El cielo está cubierto. Parece que que ayudará en la caminata, pero cierto bochorno nos acompañará durante toda la jornada. Por suerte no lloverá.
Terminan de llegar los rezagados y empezamos la excursión. En total somos 25 (incluido Marc, de 5 años, hijo de Martí).
El lugar de reunión es el Poblat Talaiotic de S'Illot. Dicho poblado se remonta aproximadamente al año 1100 a.C. Se abandonó cuando los romanos llegaron a Mallorca, en el año 123. Su población fue de unos 200 habitantes. El poblado estaba situado en el interior de una muralla de unos 120 m formada por grandes bloques verticales. En el centro del recinto había un talayot cuadrangular rodeado por unas 35 cámaras-vivienda. En el subsuelo del talayot se encontró una pequeña cueva con un pequeño lago de agua dulce, lo que puede pensarse en un aprovechamiento del agua de lluvia.
Antes de empezar la excursión, nuestro guía, Guillem Pont, nos sorprende, siempre hay algo novedoso en sus excursiones, y nos propone un juego. Será el primero de tres que haremos durante la excursion. Nos introduce en él explicándonos un poco la vida de aquellas personas que vivían en los talayots. Personas que la evolución había ido transformado de animales a seres capaces de tener sentimientos y que en eso radicaba el hecho de ser o no persona. El juego es una toma de contacto entre nosotros, de forma que nos conozcamos un poco más y dando a conocer nuestros sentimientos a la otra persona. Se puede tomar un poco en broma al principio, pero luego engancha y te sueltas un poco y la participación se hace más activa.
Entre tanto se han hecho casi las 10 cuando emprendemos la marcha, primeramente por el paseo de la playa de Sa Coma, donde aún hay bastante gente, a pesar de lo avanzado de la temporada y del día tan poco soleado, aunque también es verdad que son pocos los que se encuentran dentro del agua.
Al llegar al extremo norte de la playa, hacemos una pequeña parada para otro juego de Guillem. En este caso, nos comenta, se trata más bien de una meditación individual, pensando en cosas de los demás que no nos gustan. No se trata de decirlas, sólo de pensarlas. Y con ellas, intentar eliminarlas de nuestra persona. Los defectos que vemos de los demás son deféctos que los demás pueden ver en nosotros. Nos quedamos con la intriga de qué nos esperará en el siguiente juego y reemprendemos la marcha.
Vamos bordeando el litoral a pocos metros de la línea de costa, a veces por sendero. El terreno es muy irregular, propio de la costa caliza erosionada por los vientos y salpicada por el oleaje de los temporales que desgastan el terreno formando los 'cocós'. De todas formas, pasear en llano, aunque el terreno sea irregular, no es cansado y se hace llevadero. A eso de las once menos cuarto llegamos a un lugar llamado Ses Pedreres, donde antiguamente se extrajo el marés. Espero que alguien me corrija si no es así, pero creo recordar que Guillen indicó que de esta cantera se extrajo material para la iglesia de Son Carrió, entre otros edificios. Aprovechamos para merendar en este sitio donde el trabajo artesanal que en su día hicieron los canteros contrasta con los bloques de hoteles y de apartamentos que se ven a lo lejos.
La parada se prolonga por espacio de media hora. Continuamos la marcha hasta llegar a una cueva al lado del mar. La Cova de ses Crestes (en otros mapas se indica como Cova des Coloms o Cova des Bancalet). También estuvo poblada en época talaiótica. Tiene una entrada a unos 10 m sobre el nivel del mar y otra entrada a unos 3 metros sobre el nivel del mar. Desde el nivel superior desciendes a una sala con un suelo un poco inclinado y girando hacia la derecha un poco (todo ello a gatas y casi, casi a oscuras) sales por un agujero hacia una sala abierta al mar. La cueva también se usó en la época del contrabando y, fiel a Salvador Galmés, Guillem nos cuenta un fragmento de Negrures (1908), donde se hace referencia a esta actividad y que está ambientado en esa zona de Mallorca. Buscando por internet he encontrado este enlace donde podéis leer una reseña de esta obra de Salvador Galmés escrita por Pere Rosselló Bover:
http://books.google.es/books?id=fLVrL07FEv8C&lpg=PA138&ots=jvoyAgMR2y&dq=salvador%20galmes%20negrures&pg=PA138#v=onepage&q=&f=false
Los barcos de turistas pasan a poca distancia y respondemos a los saludos que nos hacen. Seguimos la marcha por la orilla del mar y al poco rato empiezan a aparecer unos montones de piedras, similares a 'fites', a nuestro alrededor. Montones que cada vez se hacen mas numerosos, y algunos casi espectaculares, hasta que, para mi, es exagerado el número de ellos. Como si una legión de personas se hubiera dedicado a limpiar de piedras la costa. ¿Qué sentido tiene? No lo sé. En cierto modo me recordaba a la Cruz de Ferro del Camino Francés, que día a día y peregrino a peregrino, como tradición de traer una piedra de su lugar de origen y dejarla allí, ya a la vista de Galicia, han formado una verdadera montaña de piedras a los pies de una cruz (allí estará todavía un canto del tamaño de un puño llevado que cogí en el Torrent de Pareis).
Llegamos casi a la parte mas oriental de la Punta de N'Amer y tenemos a la vista la línea de costa desde Cala Millor hasta la Costa dels Pins. Detras del Cap de Pinar destaca el Cap Vermell, con su color rojizo característico. En este lugar giramos hacia el oeste para subir al hito geodésico de Sa Punta de N'Amer, desde donde vemos El Castell dirigiéndonos hacia el, ya por camino ancho y liso. El Castell es una fortificación que se hizo por el siglo XVI para la defensa del ataque de los piratas. Su buen estado de conservación demuestra que no debió de soportar muchos ataques. La fortificación es de planta cuadrada rodeada por un foso. El acceso al interior se hace por un puente levadizo. Dentro hay una única sala con unas vitrinas a modo de pequeño centro de interpretación del lugar. Una escalera de caracol en una de sus esquinas lleva a otros niveles superiores. Uno, también interior, a modo de altillo y que rodea la sala y en donde se encuentra el mecanismo de elevación del puente, y otro, exterior, sobre el techo de la sala, donde hay un antiguo cañón.
Continuamos la excursión hacia los restos de un talayot que se encuentra no lejos de allí y que debía de hacer las mismas funciones de vigilancia muchos años antes de la construcción del Castell.
Desde allí queda un paseo por camino ancho hasta la playa, a la que llegamos a eso de la una de la tarde. Allí comeremos y los que se animen, podrán darse un chapuzón.
Pero antes, Guillem nos propone el tercer juego. Hemos exteriorizado nuestros sentimientos, hemos pensado defectos de los demás, que podríamos hacer propios, y ahora sería un juego de 'amistad'. No sé si es la palabra exacta, pero ahora no se me ocurre otra. Consiste en expresar a los demas una cualidad agradable de el o lo que ellos son para nosotros. La moraleja de estos juegos podría ser: si tenemos sentimientos agradables hacia los demás, para que vamos a quedarnos con los negativos; demos mas importancia a aquellos. Entre aplausos terminamos este 'juego'. Guillem se despide ya que tiene otros compromisos. Nosotros nos quedamos comiendo a la sombra de unos pinos retorcidos por el aire.
Para finalizar la excursión recorremos el escaso quilómetro que nos separa del coche.
Según los datos del GPS, el recorrido ha sido de unos 9 quilómetros. No está mal para empezar la temporada.
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Como siempre abajo tenéis los enlaces para las fotos realizadas (cuando Jesús suba las suyas añadiré el enlace) y el mapa del recorrido realizado. Picando en el podéis descargaros la ruta por si la queréis ver o guardar en vuestros ordenadores.
CMP Punta de N'Amer |