El día está medio nublado. Las previsiones meteorológicas anuncian algún que otro chubasco entrada la tarde. De momento el tiempo aguanta a pesar de alguna gotilla de lluvia que no nos alarma.
Iniciamos la marcha subiendo por la carretera en dirección a Sóller. Es un kilómetro escaso pero que debido a su peligrosidad lo hacemos rápidamente. A nuestra izquierda vamos dejando el Puig de son Nassi y el Puig de son Poc. Alturas que iremos rodeando primero por el norte y luego por el oeste. En apenas un cuarto de hora llegamos a la entrada de la posesión de s'Alqueria d'Avall. Pasamos cerca de las casas dejándolas a la derecha y rápidamente las dejamos atrás mientras empezamos a ascender por un camino de carro muy cómodo teniendo la Serra de son Socies a la derecha y el Puig de son Poc a la izquierda.
El camino va trazando continuos zig-zag mientras asciende. A medida que ganamos altura tenemos una vista mas general de las casas de s'Alqueria y del pueblo de Bunyola. En nuestro camino también pasamos por delante de varios cobertizos de piedra para el ganado y que pueden servir para protegerse en un día de mal tiempo. El desnivel, sin ser importante, se hace un poco exigente en algunos tramos. El cielo se ha despejado un poco y el sol empieza a calentar quedando algunos en manga corta. Media hora después de haber dejado la carretera de Sóller, hacemos el alto para la merienda donde recuperaremos las fuerzas necesarias para el último tramo de subida.
Retomada la marcha tras la merienda continuamos subiendo por el ancho camino. Poco a poco nos vamos situando a la misma altura que la aguda cima del Puig de son Poc. Tras el, el pueblo de Bunyola a la derecha y la Comuna de Bunyola, con el Penyal d'Honor a la izquierda. Frente a nosotros, acercándonos poco a poco a el, las paredes casi verticales del Puig de son Nassi. Ocho o diez curvas cerradas mas, pasando al lado de más refugios con pozo incluido y aljibes de agua para el ganado, y llegamos al collado entre el Puig de sa Plana y Sa Gubia. En el hay una lápida del Fomento del Turismo y allí mismo parte el sendero hacia el mirador y el refugio de Leandro Ximenis. Desde el lugar de la merienda hasta este collado han pasado unos tres cuartos de hora.
El sendero hacia el mirador sale del camino por su lado izquierdo. En escasos 10 minutos dejamos a la izquierda el refugio (un cobertizo de obra más limpio que otros que hemos dejado junto al camino) y un minuto después alcanzamos la cima de Sa Gubia, donde nos recibe un mirador casi colgado del vacío y con una esplendida vista sobre el Pla de Mallorca. La poca altura de esta cima (609 m) no quita la magnífica vista que tenemos sobre toda la llanura de Mallorca y parte de la Serra de Tramuntana. También distinguimos a lo lejos, un poco difuminadas, las islas del archipiélago de Cabrera. Las pequeñas cimas más cercanas que nos rodean son Sa Falconera (al otro lado de la vaguada del torrente de Sa Gubia), el Puig de S'obi y el Penyal de sa Rata por el oeste, y por la parte este la Serra d'Alfabia y los montes de la Comuna de Bunyola, con el pueblo a sus pies. En el Pla destaca, a lo lejos, el Puig de Randa.
Regresamos por el mismo sendero llegando de nuevo al camino carretero. Giramos a la izquierda en dirección al predio de Muntanya. Pasamos por nuevas casetas para el ganado, dejamos a la derecha el desvío hacia el Pas de sa Fesa y al poco empezamos a ver a nuestra izquierda los tejados de la posesión. Poco antes de llegar a las barreras de entrada he visto una planta de romaní (romero) de flor casi blanca. No es muy habitual este color, normalmente es de color azulado, y aunque otras veces lo he visto de color azul muy pálido, nunca había visto una mata de flores tan blancas. En poco más de media hora hemos recorrido este tramo.
Desde las barreras seguimos por camino en dirección a la vaguada que tenemos hacia el noroeste (torrent de s'Aubi), pero al poco tiempo nos desviamos por un senderillo que asciende por la ladera izquierda hacia el collado entre el Puig de s'Obi y el Penyal de sa Rata. Aunque hay fitas de tanto en tanto, a ratos perdemos el sendero pero la dirección es siempre en subida hacia el oeste. Al llegar al collado pasamos una pared medianera con rejilla por un botador de madera. Casi frente a nosotros tenemos el Puig de na Fátima y detrás na Ferrana y la Mola de Son Pacs (destino de la excursión del mes que viene). Ya más lejos, la Mola de Planicia y el Galatzó.
Hemos hecho la parte de subida. Empezamos ahora con la segunda parte de la excursión: la bajada. Empezamos faldeando la ladera hacia nuestra derecha (oeste) sin subir ni bajar atravesando un carrizal, pasando al pie de un cortado de la ladera del Penyal de sa Rata y atravesando una pared medianera por su parte más alta. Unas fitas y puntos rojos nos indican el camino. Seguimos en dirección noroeste por el senderillo manteniendo la altura y atravesando terrazas de olivar, donde antiguos incendios han dejado su huella en los troncos, hasta llegar a una especie de mirador sobre Pastoritx. Aquí tenemos un momento de indecisión en la dirección exacta por la que seguir. Optamos por hacer una bajada directa hasta que un precipicio hace que nos desviemos nuevamente hacia el sureste, pasando por una vieja era, buscando el paso más accesible siempre en bajada. Nuestros pasos nos llevan hasta la parte baja de la pared que atravesamos al pie de los peñascos (en un momento dado es una buena referencia).
En ese punto nos volvemos a desviar hacia el noroeste. La bajada no es peligrosa, pero sí un poco delicada y mas teniendo en cuenta que empieza a llover dejando las piedras resbaladizas. Poco a poco, con cuidado, y descendiendo continuamente llegamos al torrente del Comellar de l'Infern o de na Morta. Viendo las fotos aéreas, de seguir un poco más adelante en el mirador sobre Pastoritx hubiéramos acertado la bajada por el Pas des Caragol. Lo bueno es que ha dejado de llover. La mala suerte ha sido que ha llovido en el tramo mas complicado. ¡Qué le vamos a hacer!
Cruzamos el torrente y nos encontramos con un camino empedrado. Giramos hacia la izquierda, torrente abajo, paralelos a el, a veces incluso por su cauce hasta pasar al otro lado y llegar a las abandonadas casas de Raixeta donde paramos para comer. En hora y media hemos bajado desde el collado hasta las casas.
Las casas de Raixeta tienen el patio (o clastra) abierto, no es como en otras posesiones que lo tienen interior. Sobre uno de los portales hay un escudo de armas (según consultas posteriores, de la familia de los Despuig). Corresponde esa parte a la casa de los senyors. Las otras dependencias son las de los amos con instalaciones para ganado, la tafona (almazara), graneros, etc. En una de las paredes que mira mas hacia el sur, hay un reloj de sol muy deteriorado con el gnomon doblado y del que apenas se distinguen las líneas horarias. Todo es abandono: tejados caídos, paredes desconchadas. Apenas quedan vestigios de lo que en su día debieron ser. Una de las dependencias, a la derecha según se sale hacia Raixa por el camino, sí que parece que la han rehabilitado (al menos se ven paredes y tejado nuevos).
Salimos de Raixeta después de haber comido en dirección a Raixa, por camino de carro en ligero descenso y con el torrente a la derecha. A la izquierda tenemos las laderas del Puig Pla primero y de Sa Falconera después. Media hora de camino y empezamos a ver las instalaciones de la finca de Raixa. El camino viejo pasaba por en medio de la clastra de esa posesión pero ahora hay que desviarse, cruzando el torrente y rodear los jardines y el aparcamiento nuevo. Mientras rodeamos las casas, vemos los muros del estanque, la balconada con los arcos y los miradores en la ladera de la montaña.
Terminamos de rodear la finca y dejamos atrás el acceso que hay desde la carretera de Sóller, entrando en un camino flanqueado por paredes. Es el Camí de Passatemps desde donde volvemos a ver las cimas que hemos visto y transitado por la mañana: Sa Gubia, Puig de son Nassi y Puig de son Poc, llegando sin mas problemas a la carretera de Sóller y a Can Penasso poco antes de las cuatro de la tarde.
La excursión en un principio parecía que iba a ser suave, pero así y todo hemos andado más de 18 kilómetros y, para mi, por zonas que no había estado nunca y que sin tener alturas considerables como en otros sitios de la Serra, no por ello tienen menos valor cultural, natural o paisajístico que aquellas.
CMP Sa Gubia |