Pasamos frente a la fachada principal de las casas de Son Olesa y frente a los jardines que están a continuación. En la primera curva de la carretera que conduce hacia la urbanización, nos desviamos de ésta hacia la derecha por un botador que salva una pared con rejilla. Caminamos por un sendero entre cultivos para seguidamente entrar en un bosque de encinas. Estamos en el Camí de Son Olesa a Sa Marina, que comunicaba esta posesión con el puerto de Valldemossa. El camino baja bien definido (y además fitado con hitos y con puntos de pintura roja) atravesando el bosque haciendo lazadas hasta salir de él y continuar descendiendo por las laderas del Torrent des Salt. La niebla y el sol crean un ambiente algo misterioso a nuestro alrededor. Empezamos a ver las casas del puerto de Valldemossa o de Sa Marina. A lo lejos se divisa La Foradada, principal destino de nuestra excursión.
Continuamos bajando siguiendo el camino que en ocasiones conserva el antiguo empedrado. El puerto está cada vez mas cerca. Llegamos a una caseta y a continuación descendemos un largo y empinado tramo escalonado hasta llegar casi al torrente cuyo sonido del agua alcanzamos a oír. Llevamos tres cuartos de hora desde la posesión y nos queda todavía otro cuarto hasta llegar al puerto. El sendero se allana y discurre entre carrizos por antiguos bancales ahora abandonados. La humedad ha sido constante en toda la bajada ocasionando algún que otro resbalón, por suerte sin consecuencias. Al final, sorteando un montón de piedras de una obra salimos a los viales del Puerto de Valldemossa y llegamos al embarcadero donde, bajo la atenta mirada de unos orondos y rollizos gatos que acechan cualquier migaja que les damos o que se nos cae del bocadillo, merendamos. No hay mucho movimiento en el pueblo. Sin embargo en el puerto, en el poco tiempo que estuvimos allí, llegaron tres barcas después de haber hecho un paseo matutino por un mar completamente en calma.
Tras la merienda, atravesamos la playa de cantos rodados y subimos por una empinada rampa de cemento ganando altura rápidamente. Acabada la pista nos desviamos a la izquierda por un sendero no muy definido en dirección primero este y luego norte-noreste. Vamos por una especie de cresta. Cuando se allana un poco giramos en dirección nuevamente este pasando al lado de una caseta y llegando enseguida a la altura de una curva de la carretera que baja al puerto. No llegamos a la carretera. La dejamos a la derecha mientras giramos a la izquierda por una pista ancha y cómoda después de atravesar un portillo. Hemos llegado al Camí de ses Vinyes.
Este tramo será el más cómodo de la excursión ya que apenas tiene desnivel y el camino es ancho y sin piedras. A medida que andamos vemos arriba a nuestra derecha diferentes miradores, mandados construir por el archiduque Luis Salvador, asomados a los acantilados. A nuestra izquierda vamos dejando casas y posesiones, como las de Font Figuera y S'Estaca. Poco antes de ésta dejamos también a la izquierda unas marjadas de viñedo. Menos de diez minutos después de S'Estaca dejamos el desvío que baja al Caló de s'Estaca.
Seguimos durante un tramo más por camino ancho. La Foradada se nos vuelve a presentar a nuestros ojos. Desde nuestra posición no se ve todavía el característico agujero. Poco a poco vamos llegando a la parte más complicada de la ruta: el Camí de la Mar, o lo poco que queda de el. Hemos de bajar hacia el mar, pasando por antiguas construcciones e incluso un merendero mandado construir por el archiduque. La presencia de este hombre se ha hecho constante en toda la excursión: caminos, miradores, posesiones, ... Todo tiene relación con el en mayor o menor medida. El Camí de la Mar también fue mandado construir por él. Un camino que iba desde Es Guix hasta la Foradada a la orilla del mar. En su día, su construcción se realizó pensando en que aguantara los oleajes y temporales. Pero más de 100 años son muchos años y hoy en día apenas quedan unos pocos restos del suelo enlosado y de las paredes de contención del camino. Casi todo este tramo lo hacemos saltando de piedra en piedra. Aunque no tienen mucho sentido, hay fitas por aquí y por allá intentando señalar el mejor camino. La forma de avanzar es similar a la que se hace en algunos tramos del Torrent de Pareis y podría servir de entrenamiento para hacerlo. A medida que avanzamos se ve cada vez mejor el agujero que da nombre a La Foradada.
Ascendemos unos metros sobre el mar hasta alcanzar un tramo más cómodo y plano por el que llegamos al inicio del istmo de la Foradada. El camino discurre por el lado norte del istmo hasta la altura de la Punta Prima donde gira a la izquierda. El camino sube hasta Es Xalet, que dejamos a la izquierda. Unos pocos escalones en bajada y llegamos al embarcadero. Allí terminamos esta segunda parte de la excursión y hacemos la parada para la comida.
Tras la comida se propone a quien lo desee subir a la Foradada. Nos apuntamos diez de nosotros. Los demás nos esperarán en el embarcadero. La subida no es muy complicada. Primeramente aprovechando unas cornisas en zig-zag en las paredes de piedra que tenemos a nuestra izquierda y que nos dejan en un pequeño altiplano. De allí arranca un sendero fitado que rápidamente coge altura. No tiene mucha complicación aunque la pendiente es algo elevada. En poco tiempo llegamos a la cima, presidida por un hito geodésico con una placa de mármol con una inscripción de la situación geográfica. Desde la cima se ven las ruinas de la capilla de Ramón Llull, destruida por un rayo. Foto de rigor del grupo y empezamos la bajada por el mismo camino de subida. Hacia la mitad de la bajada, nos desviamos para ir, algunos, al agujero que da nombre a este relieve geográfico. Solo bajan siete. Los otros tres, entre los que me incluyo, nos quedamos esperando arriba, en una especie de cornisa desde donde divisamos sus movimientos. Por encima del agujero destaca un gran nido hecho en su día por alguna rapaz (a lo mejor un águila pescadora) y que ahora está ocupado por un cormorán. A esta corta distancia y con los compañeros al pie es donde se aprecia la grandeza de este monumento natural. El 'Forat' tiene unos 20 m de diámetro. Según comentan después, la bajada tiene un primer punto complicado, que es después de esa repisa donde esperábamos, donde hay que bajar (y luego subir) por una canal un poco aérea. Le sigue una ancha rampa de tierra suelta. Por último hay otro paso complicado donde hay que agarrarse 'hasta con los dientes' (desde arriba ese paso no se podía ver) hasta llegar al agujero.
De vuelta al embarcadero, empezamos la parte final de la excursión, subiendo por el Camí de sa Foradada hasta Son Marroig. El camino es ancho y cómodo aunque se sube con un poco de lentitud. El cansancio se nota en las piernas. Ha sido además una excursión extraña, ya que, al contrario que la gran mayoría, empiezas bajando y terminas subiendo. A nuestro paso dejamos un mirador a la derecha y que se asciende por una escalera de piedra. Después se pasa por un lugar que parecen las paredes de alguna antigua cueva que debió colapsar hace muchos años. Se ven restos de coladas de piedra y demás formaciones calcáreas. Seguimos subiendo hasta llegar al Pla de ses Figueres, donde aparecen los olivos con sus retorcidas y enrevesadas formas características. Tras pasar un portillo, ya sobre camino asfaltado, llegamos a las casas de Son Marroig. Vemos el templete del mirador de Son Marroig y un poco después alcanzamos a la explanada del mirador del Galliner (la verdad es que no lo conocía por este nombre) y que es el mas visitado de esta zona, pues está al lado del aparcamiento.
En total han sido casi 16 kilómetros, algo duros en algunos tramos, pero que con el día espléndido que nos ha acompañado ha permitido disfrutar de una jornada fantástica por un entorno también maravilloso.
De CMP De Son Oleza a Son Marroig |
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