En Betlem el autocar que nos ha traído, tras dejarnos y saldar cuentas, tiene un pequeño percance que hace que nos retrasemos un poco. Al hacer maniobra, ha pegado con el morro en un poco de rampa y ha quedado atascado. Con un poco de ayuda consigue salir del apuro. A las diez menos diez empezamos la marcha, por el camino de costa hasta Es Caló. El mar está en calma y el paseo es agradable. Con nosotros, a poca distancia, un grupo de chicas y un perro también están dando un paseo hasta Es Caló. Jaume ha dejado los bártulos de guiar a Tomeu Garau, que será quien nos conduzca en estas etapas costeras del levante. Poco antes de llegar a Es Caló nos paramos 'a la sombra de los pinos' a merendar.
La parada es breve. Tras la merienda emprendemos la parte dura del recorrido: la ascensión hacia la Talaia Moreia. Rodearemos la Esquena des Mul y ascenderemos por la vaguada que vemos a su derecha. Al principio es algo suave, pero poco a poco se va empinando y el grupo empieza a disgregarse. El sol no nos ayuda; está calentando de lo lindo. Esta primera parte es las mas dura y Martina, nueva con nosotros en estas lides, lo va notando por lo que Biel tiene que ayudarla.
Tras un primer collado seguimos remontando hacia el Collet des Vent. La subida ya no es tan dura, pero sigue siendo fatigosa. Llegamos al collado a eso de las doce y cuarto. Ante nosotros tenemos la brecha por la que ascenderemos a la altiplanicie de la Talaia Moreia. Hay otro paso por la izquierda (el Pas des Torrers) pero el acceso está restringido por esa zona; es mejor respetarlo. El paso (no sabemos si tiene o no nombre; nosotros lo hemos llamado Pas d'en Garau) no tiene apenas complejidad y menos si se va con gente joven que puede echarte una mano en un momento dado. Trepar un poco y agarrarse bien. Tras el, tenemos la torre de vigilancia ya casi al alcance de la mano. Sin sendero definido llegamos a ella a eso de la una. Allí nos encontramos con otra excursionista, María, que ha venido por el camino tradicional desde el aparcamiento de s'Alqueria Vella. Va sola y la invitamos a unirse a nosotros en la bajada hacia s'Arenalet.
Desde la torre, lo que nos queda de excursión, sin ser poco, será algo mas sencillo. Pero la distancia y las subidas y bajadas continuas no harán que sea un paseo. El descenso de la Talaia es escarpado. Bajamos hacia el sureste por un sendero que recorre la divisoria de vaguadas. Tras cuarenta minutos llegamos a una barrera y a continuación un camino de carro. Martina lo pasa mal también en la bajada (tiene mal el menisco de una de sus rodillas) y los demás la esperan (nos esperan) a la sombra de un solitario pino al lado del camino. A eso de las dos y media llegamos al Camí d'en Mondoi, donde en una mesa de picnic cercana, y colocada a la sombra, nos invita a descansar y a comer.
Media hora es lo que dedicamos a la holganza. Tras el descanso seguimos en descenso por dicho camino en dirección a s'Arenalet d'Albarca. A lo lejos, en el mar, se ve el islote del Faralló d'Albarca. A su derecha el Morro d'Albarca con la torre de vigilancia del mismo nombre o de Matzoc. En media hora llegamos a s'Arenalet. Nuestra acompañante ocasional, María, se despide de nosotros; regresará por el camino de s'Esquena Llarga. Cuando quieras María, puedes volver con nosotros. Nosotros atravesamos la playa de s'Arenalet y ya no dejaremos la línea de costa hasta el final de la excursión.
El camino costero es un rompepiernas de subidas y bajadas. Terreno pedregoso y arenoso al atravesar las calas. Tras la Cala Fontsalada, y un trecho rocoso, llegamos a la Torre de Matzoc. La torre domina un acantilado. Está en muy buen estado y su función era vigilar el Canal de Menorca en la época de la colonización británica de dicha isla. El día parece que se ha lavado y aclarado y Menorca se divisa muy nítidamente en la lejanía.
Tras la torre, pasamos por Cala es Matzoc, Cala Dèntola y Cala Estreta. Hasta aquí llega una carretera y hay coches aparcados y gente disfrutando del buen día.
Martina y Juana (sobre todo la primera, con sus problemas de rodilla), regresarán a Artà por otro camino y por otros medios. Hemos pedido a unos chicos que las bajen en su coche. Son las cinco de la tarde y aún queda mas o menos una hora para llegar a Cala Mesquida.
Tras Cala Estreta el camino, sin serlo, se hace duro. El cansancio y el calor ha hecho mella en nosotros. A nuestra espalda, la torre de Matzoc se ve muy lejana, pero la de la Talaia Moreia se ve todavía más lejana. Es difícil creer que hace unas horas estábamos allí arriba. Pasamos por Cala Mitjana y Cala Torta y tras un breve ascenso a la cima de la Punta des Boc (parece mentira lo que cuesta subir apenas 60 metros) y con vistas a la Talaia de Son Jaumell (por donde pasaremos en la siguiente etapa de la Volta a Mallorca), llegamos a Cala Mesquida finalizando la excursión. El siguiente punto es recoger a las compañeras y la cerveza en Artà como colofón a la caminata.
Han sido 18 kilómetros bien aprovechados y bien disfrutados. Cansados, por supuesto, y con altas y bajas en participantes (ahora somos más, ahora somos menos) como pocas veces hemos tenido.
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