Empezamos a caminar a eso de las nueve y media en la zona de Son Barbassa, en las cercanías de un antiguo vertedero recientemente rehabilitado o reconvertido. Se ha rellenado de tierra, cubierto por plásticos y vuelto a cubrir por tierra. Tierra que la lluvia ha retirado en algunos sitios. Se ven dos o tres alturas o pisos, pero la extensión real la veremos a medida que ganemos altura en el monte que hay detrás.
La mañana está fresca, ideal para afrontar una subida sin agobios de calores e insolaciones. Nos acercamos al vertedero por su camino de acceso. Al llegar a su base giramos a la derecha por el camino de Son Barbassa en dirección oeste-noroeste. Dejamos el camino y atravesamos campo a través hasta los pies de los montes de Sos Sastre: Puig Negre a la derecha y el Puig de ses Fites y Puig Poloni a la izquierda (por lo que veo en los mapas, Tomeu, el monte al que subiremos en primer lugar no tiene nombre).
Vamos ascendiendo por la ladera sin sendero definido. En ocasiones parece que hay algún tramo pisoteado, pero no parece que sea obra de pies humanos. El viento, flojo al principio, ha ido arreciando a medida que subimos. La lluvia también hace acto de presencia y, aunque no es muy fuerte, nos obliga a ponernos los chubasqueros. Por suerte no durará mucho. En viento sigue soplando fuerte y en las zonas más expuestas nos obliga a 'anclarnos' firmemente en el suelo. Seguimos ascendiendo en la misma dirección. Van apareciendo fites que ayudan a seguir la dirección correcta entre las espinosas genistas, aritjas y argelagas que tapizan la ladera.
Pasamos la parte mas dura de la subida. El último tramo hasta la cima, a la que llegamos a las diez y media, es un poco más suave. Desde ella vemos una magnífica panorámica: Capdepera, el Puig Seguer y Cala Rajada al sureste, Artà hacia el suroeste entre en Puig de ses Fites y el Puig de Poca Son. Al norte el Puig Negre y al fondo el mar (calas de Cala Torta y Cala Mesquida). A nuestros pies, al oeste, el valle del Torrent des Castellot (o de Cala Torta) por el que bajaremos a la tarde). Más allá, también al oeste, las montañas de Sa Tudosa y Talaia Moreia. No llueve pero sigue haciendo bastante viento por lo que buscamos un lugar un poco resguardado cerca de la cima para almorzar. Mientras lo hacemos Tomeu nos explica la ruta a seguir: crestear por la divisoria de los municipios de Artà y Capdepera, bajando al Coll de Sant Joan para ascender al Puig de ses Fites y sin bajar mucho seguir hacia el Puig Poloni. Detrás está el Puig des Racó con una caseta de vigilancia de incendios.
Terminada la merienda reanudamos nuestra marcha siguiendo el recorrido indicado. Bajamos primeramente al Coll de Sant Joan para ascender a continuación al Puig de ses Fites. En las inmediaciones de éste, entre piedras y grietas, veo una de las plantas endémicas de nuestras islas que nunca antes había visto crecer en estado natural (sólo la había visto en el Jardín Botánico de Sóller). Es la Aristolochia bianorii. La península de Artà es uno de los lugares donde crece (también en Formentor, Alcudia, alrededores de Sóller y una localidad de Menorca). La flor es tubular con una especie de visera que cubre su entrada. Para mí, haberla visto hace que la excursión ya halla merecido la pena.
Vamos ahora sin perder mucha altura hacia el Puig Poloni (hacia el suroeste). Caminamos por una zona que ha sufrido hace tres semanas el primer incendio de importancia de este año. Toda la ladera de nuestra izquierda está quemada. Sin embargo la vida sigue y los palmitos ya empiezan a mostrar nuevas hojas verdes.
Desde el Puig Poloni iniciamos la bajada hacia el Coll de ses Buines. Delante teneos el Puig des Racó, con la caseta de vigilancia de incendios. No subiremos a ese Puig. En el collado, pasaremos la valla metálica que hemos tenido a la derecha casi todo el tiempo desde la merienda, por una escalera de madera. Tenemos ahora un camino ancho que utilizamos para descender hacia el valle de Els Horts Vells. Vemos a nuestra derecha la arista que hemos recorrido hace apenas unas horas. El camino ahora sí que es llano y el terreno húmedo, propicio para el crecimiento de los madroños, abundantes por esta zona. En el valle andamos un tramo en dirección norte. Es una zona con multitud de caminos y senderos. A nuestra izquierda, cerca, está la carretera de acceso a Cala Torta, de la que nos desviamos dirigiéndonos hacia el noreste en dirección hacia el Puig Esquerra (que dejaremos a la izquierda, haciendo honor a su nombre). Por esta zona encontramos una tortuga mediterránea macho a la que molestamos momentáneamente de su paseo matutino.
Cruzamos el Torrent des Castellot (o de Cala Torta) que lo dejamos ahora a la derecha y 20 minutos (a la una y media) después paramos a comer a la sombra de unos ullastres. Al norte tenemos las casas de Sa Duaia (ahora convertidas en restaurante) y un poco a su derecha el Puig Figuer.
Después de la comida (una horita más o menos) nos queda la última parte de la excursión: la bajada hacia la costa por el Torrent des Castellot. Nos acercamos hacia el andando unos minutos hacia el oeste y una vez en el cauce giramos hacia la izquierda (noreste) en dirección al mar. El andar es algo dificultoso por la maleza que invade el torrente y eso que Tomeu y su mujer estuvieron limpiando un poco el terreno unos días antes. Además nos dicen que es zona de garrapatas, por lo que vamos revisando nuestra ropa más o menos a menudo para detectar lo más pronto posible la presencia de esos molestos ácaros. Nos quitamos alguna que otra y la cosa no pasa a mayores.
En el torrente vemos nuevas matas de la aristoloquia vista por la mañana. Y también un nuevo hallazgo: un fósil de ammonites en una piedra en medio del torrente. Los ammonites eran animales marinos de la familia de los calamares, pero con una concha exterior similar a un caracol. Aparecieron hace 400 millones de años. En el fósil se ven claramente las estrías de la concha. Su presencia demuestra que estas piedras estuvieron en su día sumergidas y salieron posteriormente a la superficie por los movimientos tectónicos. Por desgracia no vemos ninguno mas por los alrededores ni veremos mas en lo que queda de excursión (aunque no quiere decir que no haya mas).
Estamos en una zona casi sacada de una película del oeste. El torrente hace una curva hacia la izquierda, a la derecha tenemos, siguiendo la curva del torrente, las laderas que bajan del Puig dets Enrocadors y del Puig de sa Caleta formando una especie de anfiteatro sobre el cauce. Solo falta ver aparecer en lo alto a los indios montados en sus caballos. Rodeamos el Puig de sa Caleta y llegamos a un camino ancho muy frecuentado por vehículos (hasta 10 conté en lo poco que estuvimos por el). Giramos hacia la derecha, en dirección a la playa, pero no llegamos a ella aunque la vemos muy cerca con el mar muy agitado por el viento de por la mañana. Enseguida nos desviamos hacia un collado que tenemos hacia el este y desde allí, en cómodo descenso y por ancho camino, llegamos en unos 20 minutos a la rotonda donde dejamos unos coches por la mañana.
Son las cuatro y media, aproximadamente, cuando acabamos la excursión, que, como decía, ya ha merecido la pena por la suerte de haber visto esa planta endémica, después el ammonites y todo ello aderezado por los fantásticos paisajes de esta península de Artà tan 'lejos' de los que vivimos en Palma.
CMP Sos Sastre - Cala Torta |
De CMP Sos Sastre - Cala Torta |
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