La excursión empieza en el Nudo de la Corbata y terminará en La Calobra. Tenemos que mover por tanto unos cuantos coches para dejarlos en el aparcamiento de la Calobra. Nos ponemos al volante y hacemos la operación para en seguida ponernos en marcha. Son las diez menos cuarto cuando, guiados por Jesús, empezamos a andar por la carretera (en dirección a Lluc) para, enseguida (apenas han sido 50 metros), desviarnos a la derecha ya campo a través. Apenas hay trazas de sendero, aunque hay fitas y puntos y flechas rojas indicando la dirección a seguir. Vamos en dirección al mas cercano de Es Castellot (el otro está detrás y no se ve) que dejaremos a nuestra izquierda mientras lo rodeamos, a ratos con pequeñas escaladas, llegando a las cercanías de una 'pared de partió' en el collado que separa los dos Castellots. Mientras tanto una pareja de buitres vuela sobre nosotros en busca de la térmica que les haga ganar altura.
Al llegar a la pared, giramos a la derecha y la cruzamos empezando un descenso hacia una de las dos explanadas cubiertas de vegetación que tenemos en frente, hacia el norte. Vamos hacia la que está más a la izquierda, la mas amplia. Estas explanadas por las que pasamos reciben el nombre geológico de dolinas. Son depresiones en el terreno en forma de embudo y llenas de tierra. En algún lugar de esa depresión tiene un sumidero por donde desagua el exceso de agua de lluvia. El microclima que se crea en estos pequeños entornos junto con el tipo de sustrato hace que favorezca un determinado tipo de vegetación dominada principalmente por el bruc (erica arborea) o brezo blanco, hermano del más conocido ciprell, de flor rosa.
Nos vamos acercando lentamente. Todo el terreno por el que discurre la excursión es muy incómodo de andar. Si no es el carrizo, son las ramas de los arbustos o las grietas de las piedras que nos hacen andar con pasos discontinuos obligando incluso a hacer uso de las manos. Llegamos a esa primera dolina y la recorremos de sur a norte. En un pequeño despiste me desvío del 'sendero' (la verdad es que no hay un sendero bien definido) y localizo uno de los sumideros de la depresión, un agujero oculto entre el carrizo. Después de cruzar la dolina salimos de ella girando un poco a la izquierda ascendiendo por la ladera. Poco después hacemos la parada para merendar.
Veinte minutos mas tarde (son las once y media) reanudamos la marcha en dirección NNW bajando por una canal estrecha y llena de brezo. Los ramilletes de flores blancas destacan en el extremo de las ramas cubiertas de sus pequeñas acículas verde oscuras. Los arbustos nos superan en altura. A cada lado, las paredes de las rocas con aristas afiladas producto de la erosión por el agua nos cierran el paso.
La bajada por la canal nos lleva a otra pequeña depresión, ésta con brezos especialmente altos (de 3 metros o más de altura). Salimos a un pequeño balcón desde el que dominamos la mole majestuosa del Puig Roig, con el pequeño, en comparación, cuartel de carabineros en su base. Mas abajo se intuye la grieta del Torrent de Pareis. Por el lado contrario se ve la vaguada aún con nieve de la Coma Fosca y el Puig Mayor. Todo el terreno que nos rodea es igual de inhóspito, pero no por ello deja de ser fascinante.
Seguimos bajando por la canal y alcanzamos otra dolina un poco más grande que la anterior (aunque no tanto como la primera de todas) con un gran pino que se agarra a las rocas de forma increíble. La salida de la dolina es un poco complicada pues tenemos que hacer uso de manos y pies trepando por las rocas en pequeña escalada. Un poco más arriba y llegamos a otro balcón natural esta vez sobre la costa de Tramuntana. De frente tenemos el Morro de Sa Vaca. A sus pies la desembocadura del Torrent de Pareis, con una perspectiva a vista de pájaro para mi totalmente novedosa. Desde la arista en la que nos encontramos desciende la ladera hacia el Torrente del que no vemos mas que la parte final, como he dicho. Nos quedamos un rato observando y disfrutando del paisaje que nos rodea.
Continuamos siguiendo la arista hacia el oeste. Son casi las doce y media y aún queda un buen trecho hasta la parada prevista para comer, en la Torre des Bosc que ya se ve aunque muy camuflada por las montañas que la rodean. La caminata por la arista es fatigosa. Además de lo incómodo de caminar por este terreno de lapiaz hay que sumar pequeñas y no tan pequeñas trepadas por las rocas. El paisaje que tenemos alrededor es absolutamente desolador con rocas afiladas como cuchillos debido a la erosión del agua dejando muy poco terreno para que brezos y carrizos crezcan. Casi todo es roca pelada. Un paisaje inhóspito visitado únicamente por algún grupo excursionista como hoy nosotros. No conviene despistarse de las marcas y fitas que hay indicando el camino ya que la salida de esta comarca podría resultar enormemente dificultosa por no decir peligrosa. Terminamos de crestear y antes de empezar la bajada hacia la carretera, nos asomamos a otro balcón desde donde, además de todo lo visto anteriormente, se intuye un poco la entrada a la Cova de sa Campana. En este último tramo hemos vuelto a ir nuevamente en dirección NNW. Desde ese balcón giramos otra vez hacia el Oeste en bajada para, tras atravesar una franja de pinar, llegar a la carretera de la Calobra.
Aprovechamos para agruparnos para a continuación caminar por la carretera, en bajada, durante unos 300 metros para salir de ella, salvando el quitamiedos, por la derecha en un lugar donde hay un resto de un antiguo camino (quizás era el antiguo camino de acceso a La Calobra). Ahora no hay marcas definidas, pero sí que hay fitas de piedra que nos marcan un sendero que se dirige hacia el norte. Aun queda un trecho hasta llegar a la torre y el grupo se estira cada vez mas, siendo necesario parar de vez en cuando para reagruparnos. Se nota que las fuerzas empiezan a faltar (al menos a mí sí que me faltan). Media hora después de dejar la carretera y pasar por un estrecho collado llegamos a la Torre des Bosc o de Sa Calobra. Son las tres de la tarde.
La torre está en un evidente estado de ruina. No hay cubierta y una parte de los muros se ha desmoronado por el paso del tiempo y la escasez de cuidados. Pero desde allí se divisa un bello paisaje del Torrent de Pareis y el Morro de sa Vaca, así como las calas de La Calobra y de la desembocadura del torrente. El mar es de un azul transparente y está prácticamente en calma. Incluso tenemos la suerte de ver las evoluciones de un delfín que nada cerca de la costa. Hacemos la parada para comer y descansar después de la caminata que hemos dado.
Para variar se me olvida encender el GPS una vez reanudamos la marcha (unos tres cuartos de hora después) y no me acuerdo hasta que hemos empezado la bajada hacia La Calobra. Previamente hemos salido de la torre por el mismo camino que hemos hecho para llegar a ella, pasando por ese estrecho collado y girando a la derecha por una ladera de carrizo. En línea recta serían unos 200 o 250 metros desde la torre hasta donde nos desviamos a la derecha. Encontramos restos de camino empedrado, más o menos conservados. Es el antiguo camino de acceso o Camí Vell de La Calobra. El camino hace unos zig-zags y tras atravesar un pinar llegamos al aparcamiento de La Calobra a las cuatro y media dando por concluida la excursión.
La dureza del camino, el inhóspito terreno, su soledad pero también la belleza de los paisajes hacen que la excursión tenga que ser conocida y admirada al menos una vez por aquellos amantes del montañismo y senderismo. No ha sido muy larga, según el GPS unos 8 ó 9 kilómetros (teniendo en cuenta el tramo que no estuvo conectado), pero muy intensa y emocionante en algunos pasos.
De CMP Nudo de la Corbata - La Calobra |
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