Cuando llegan nos ponemos en marcha, casi a las nueve y media, andando por la carretera para encontrar el desvío del GR221 hacia Banyalbufar (por el Camí des Correu). Vamos remontando poco a poco siguiendo la ruta de Gran Recorrido. Enseguida encontramos a unas personas que están buscando esclatasangs, aunque dicen que no han encontrado y las paneras las tienen prácticamente vacías.
Esto hace que nuestros instintos buscadores se acentúen y mientras caminamos miramos aquí y allá por si encontramos, pero, salvo algunas gírgoles d'estepa, no encontramos nada que merezca la pena. Casi todas son especies o venenosas o sin valor culinario y en ese sentido, mas vale no arriesgarse.
Seguimos ascendiendo por el camino y al poco llegamos a Sa Potada des Cavall donde dicen que el Rei En Jaume saltó con su caballo desde la península (u otro sitio) y cayó aquí dejando una huella en una roca en medio del camino. Es otra leyenda de las que se le atribuyen. Al poco tiempo de dejar atrás la huella paramos a merendar en una sitja a la izquierda del camino. Será además el sitio donde nos desviaremos para hacer el ascenso a la Mola de Planícia. Han pasado cinco minutos de las diez y todavía no llueve.
Merendamos rápido, en apenas quince minutos, y continuamos por unas rodadas que ascienden (sureste) la ladera en dirección contraria a la que hemos llevado hasta ahora. Hay marcas azules de pinturas y habrá marcas durante toda la ruta hasta la cima. Las rodadas se convierten en poco tiempo en un sendero que, girando hacia el oeste, zigzaguea entre el terreno pedregoso de lapiaz y encinar que nos rodea, subiendo de forma un poco más exigente por una vaguada entre el Puig de sa Barca y el Molet de sa Granja. Es el Comellar de Ses Rotasses. La subida, siendo un poco mas dura, también es mas agradecida pues la umbría del bosque y el musgo tapizando los troncos y las piedras le dan un aire misterioso al entorno. De vez en cuando aparecen algunos elementos de arquitectura tradicional que abundan en esta zona: aljibes, sitjas, barracas, hornos de cal, etc., típicos de oficios y aprovechamiento del bosque de antaño. Algunos, por desgracia, en estado casi ruinoso. Otros, por el contrario, casi en perfecto estado. Aparecen los primeros esclatasangs. Y de nuevo volvemos los demás a fijarnos en nuestro caminar a ver si encontramos mas.
El sendero gira hacia el sur (hacia el Molet de sa Granja) para realizar el último tramo de esta primera ascensión y después de un inapreciable collado giramos hacia el suroeste por un terreno un poco mas llano. Seguimos rodeados de encinar y no podemos ver apenas nada de lo que nos rodea fuera del bosque. Al rato nos encontramos con una barraca en bastante buen estado, con una cubierta de tejas. En un momento dado, y dejando los escrúpulos a un lado, podría servir de refugio improvisado en caso de fuerte tormenta.
Después de andar de nuevo un poco hacia el sur, siguiendo más o menos la curva de nivel y pasando una pared medianera por un desmonte, llegamos a un pequeño balcón natural a nuestra izquierda. Desde allí vemos la ladera boscosa de la Mola de Planícia a nuestros pies que nos tapa el valle de Son Vic. Más hacia el este la Mola de Son Pacs y más allá, entre nubes, el macizo de Puig des Teix; en la costa vemos en un claro La Foradada.
Retornamos al camino y girando de nuevo hacia el oeste entramos en una nueva vaguada boscosa donde el musgo vuelve a ser protagonista destacado cubriendo rocas, tierra y árboles, los líquenes cayendo como barbas de las ramas de los árboles, pequeños hongos creciendo aquí y allá, el silencio que te envuelve, retazos de niebla que consiguen penetrar entre la arboleda; si no veo en lo que me queda de vida una laurisilva, quiero creer que tendrá el mismo aspecto que este sitio (aunque seguramente más húmeda todavía). Esa vaguada es uno de los sitios más hermosos que he visto en Mallorca. Quizás el tiempo nubloso que nos rodeaba, sin apenas sol, con mucha humedad, le ha dado ese aspecto que me ha gustado tanto. Y sin embargo, parece mentira lo que puede cambiar un mismo sitio visitado en distintas épocas del año. Dentro de dos semanas es posible que ya no tenga el mismo encanto; pero eso es la maravilla de la naturaleza. Cuando encuentras un sitio tan fantástico en el momento apropiado te quedas embobado y casi sin palabras para expresar esa belleza.
La subida no es muy larga, incluso se me hace corta, hasta alcanzar una pared medianera (segurmente la que separa Esporles de Banyalbufar; es la tercera pared que cruzamos) que volvemos a pasar por un desmonte en ella. Giramos a la derecha y el terreno se hace un poco más suave y hay más claros en el bosque. La senda describe un giro hacia el oeste y, dejando la cima principal de la Mola de Planícia a la izquierda, nos desplazamos hacia los acantilados de la cara norte donde hay una caseta ¿observatorio? con tejado de uralita. Pasan diez minutos de las doce cuando llegamos y descansamos durante otros diez minutos observando el poco panorama que vemos entre la niebla que se va formando. A nuestros pies la empinada vaguada del Comellar des Teixos. En la costa se ve el pueblo de Banyalbufar. Un poco mas hacia dentro las casas de S'Arbossar, donde pararemos dentro de unas horas para comer. Hacia el este el Puig des Teix está totalmente cubierto de nubes. La Foradada aún se divisa en la costa. Para cuando empezamos la bajada ya apenas se ve nada; la niebla lo cubre todo aunque sin llegar a ser peligrosa para poder continuar la excursión.
La bajada la hacemos al principio por la misma ruta de subida, pero antes de la pared que atravesamos en la subida giramos hacia el suroeste bajando por una vaguada empinada por la que llegaremos a Els Aljubets. Poco a poco el camino se va haciendo mas ancho, carretero, y así será hasta el final. Mientras bajamos vuelven a aparecer nuevos elementos para recoger y almacenar agua. El primero que encontramos es el aljub des Puig, casi redondo, bastante grande y con cubierta en forma de cúpula. Por dentro parece increíble que se puedan aguantar las piedras sin caerse y sin argamasa que las sujete. Al poco tiempo llegamos a otro aljibe de planta rectangular dividido en dos compartimentos. Estamos en Els Aljubets. Uno de los compartimentos se destinaba para el consumo humano. Normalmente el acceso estaba cerrado por una puerta para que no entraran los animales. El otro lo utilizaban los animales como bebedero, accediendo al agua por una rampa. Aquí se ven flechas y marcas verdes y que seguiremos viendo durante la bajada.
El camino continúa con tendencia ahora hacia el noroeste. La bajada es bastante tendida e incluso en ocasiones tiene zonas casi llanas por lo que se hace muy cómoda si no fuera porque en ese momento empieza a llover, al principio débilmente pero luego con bastante fuerza. De vez en cuando algún trueno descarga su estruendo casi sobre nosotros. La lluvia nos apaga y nos deja ensimismados en nuestros pensamientos. Al final de la fila por un momento recuerdo la leyenda de la Santa Compaña, procesión de almas en pena que vagan por los caminos de Galicia y otras comarcas del norte. Ataviados con nuestras capas y chubasqueros, con la capucha puesta y en silencio, parecemos una de esas procesiones.
La lluvia arrecia mientras rodeamos la ladera oeste de la Mola y giramos, siempre siguiendo el camino, primero con tendencia hacia el norte y luego hacia el noreste. Por una de las vaguadas que dejamos a la izquierda hay una bajada directa hacia las casas de Planícia por el Pas de la Mola. Por el camino hemos ido dejando otras construcciones típicas de antaño, y de la que merece la pena destarcar un horno de cal que aún conserva parte de la pared y puerta de la entrada. Es la primera que he visto en estas condiciones y quien sabe si será la única que queda.
Nuestra ruta nos lleva a un camino ya ancho y apto para los coches (camino hacia las casas de Planícia) y en poco tiempo llegamos a las casas ¿abandonadas? de S'Arbossar, donde nos refugiamos en uno de sus garajes que afortunadamente está abierto. Son las dos y cuarto y aprovechamos para comer a pesar de que el espacio donde nos encontramos no es muy amplio para estar cómodos y más teniendo en cuenta que todos vamos chorreando.
Apenas estamos media hora comiendo y descansando. No da tiempo ni de hacer el chupito de pacharán. Aprovechando un parón de la lluvia seguimos el ancho camino de tierra y dejando las casas, estas sí abandonadas, de Son Sanutges a la derecha llegamos al Camí des Correu. Nuevamente se pone a llover casi con la misma intensidad de antes. Giramos a la derecha, en ascenso, pasamos el Coll des Pi (entre el Puig de s'Argenter a la izquierda y el Puig de sa Barca a la derecha) llegando en poco tiempo a lugar donde merendamos y en poco mas de media hora (a las cuatro de la tarde) llegamos al aparcamiento de Sa Granja terminando la excursión.
La primera parte de la excursión ha sido fantástica con un entorno realmente de ensueño para aquellos que les guste el bosque y la montaña, acompañado además de elementos de arquitectura tradicional para aprovechamiento sostenible del bosque. Después la lluvia nos ha impedido disfrutar la bajada en toda su plenitud. Además algún que otro esclatasang ha caído al zurrón, así que no hay mal que por bien no venga.
Han sido poco mas de 18 km (no creía yo que hubiéramos hecho tantos) bien llevados pues los desniveles no han sido muy importantes, cubiertos en unas 6 horas. Apenas hemos estado tres cuartos de hora parados.
De CMP Mola de Planícia |
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