domingo, 19 de mayo de 2013

Volta a Mallorca: Pas de sa Roca Llisa

A las 9:20 de la mañana Jaume da el 'sus' y empezamos una nueva etapa de la Volta a Mallorca. Nos hemos reunido 16 personas (la niña de Jesús incluida) con muchas ganas de patear parte de esas comarcas tan inhóspitas que van desde el Torrent de Pareis hasta Formentor, para mi de las mas duras de Mallorca. Hoy tiene además, también para mi, la satisfacción de descubrir sitios desconocidos: el Pas de la Roca Llisa y el valle de la Malè. Qué gran idea ha tenido Jaume, nuestro guía, en esta Volta a Mallorca por etapas.
El día está despejado y se espera que haga sol a raudales, si bien las previsiones, que por suerte no se han cumplido, daban algo de agua al mediodía. Antes de partir nos dice que cambiará un poco el recorrido pero que quedará cubierto con la excursión de la siguiente etapa. Esta zona tiene la desventaja de que el mar queda lejos de las zonas 'civilizadas' y para llegar cerca de la costa hay que hacer mucha etapa de aproximación. Mirando a posteriori la ruta grabada por el GPS, se ve que apenas una sexta parte de la excursión se realizaba cerca del mar. No por ello, y dicho sea por adelantado, ha dejado de ser fantástica.
Como decía, partimos del km 10.900 de la carretera de Pollença a Lluc (en las barreras de la posesión de Mortitx) a las 9:20. Tenemos un tramo de camino por dentro de la posesión atravesando el viñedo hasta llegar a un 'botador' de madera que nos saca de los campos de cultivo entrando en el encinar. Iremos por el sendero de ses Voltes de s'Ullastre, que ya recorrimos en sentido contrario en la última etapa que hicimos. Volvemos por tanto por el mismo sitio pero en sentido contrario, en dirección norte. Es un sendero muy transitado, bien marcado y señalizado con pintura (puntos y flechas, aunque estas últimas señalan en dirección contraria a la que llevamos ahora) y fitas de piedra.
El terreno lo conocemos de sobra pues también Santueri lo ha recorrido en otras ocasiones, aparte de la mencionada. De todas formas, aunque sea conocido sigue siendo incómodo, pues es un rompepiernas y el terreno de lapiaz contribuye a hacerlo mas duro si cabe. Pero es una delicia ver las formas caprichosas que el agua ha esculpido en las piedras. Cuando las rocas faltan aparece el carrizo, invadiéndolo todo, haciéndote tropezar o dejándote manos y piernas como un Ecce Homo gracias a sus hojas serradas.
Dejamos los últimos restos de cultivo atrás y empezamos una ligera bajada hacia el Rafal de Ariant. A nuestra izquierda se ven las cimas del Puig Caracoler de Femenia, el Puig de ses Moles, el Puig Ciuró, ... Ya tenemos el mar delante y bien a la vista, y pronto vemos también a la izquierda el Bec d'Oca. Estamos casi sobre los acantilados que guardan el Rafal d'Ariant y que bajaremos por Ses Voltes de s'Ullastre. Empiezan a aparecer las primeras didaleras que nos acompañarán con sus flores rosadas durante toda la parte costera de la excursión. Empezamos la bajada por Ses Voltes y enseguida vemos las casas abandonadas de el Rafal d'Ariant. No paramos, seguimos adelante hasta la Font de s'Hort o del Rafal, donde sí hacemos la parada para merendar. Ha sido una buena tirada de andar. Tras casi dos horas de marcha se agradece el descanso para reponer fuerzas.
Tras la merienda, a eso de las once y media, vamos en dirección a la caleta de Ariant. Como bien dice Jaume, ahora empieza la excursión propiamente dicha de la vuelta a Mallorca. Atravesamos el Pla del Rafal llegando al Coll de la Caleta. Dejamos de ir hacia el norte para girar un poco a la derecha, bajando la vaguada hacia la Caleta d'Ariant. A nuestra espalda, majestuosa, la Coma de ses Truges. Delante, la costa acantilada, en penumbra a esa hora del día, entre el Cingle Verd y Punta Beca. No bajamos hasta el mar, nos desviamos hacia la Font de la Caleta a la que llegamos casi a la hora del Ángelus. La zona está bastante limpia (recuerdo hace unos años que tenía un montón de basura por todos lados). Echamos un trago de agua (muy fina comentan algunos, aunque un poco lejos para ir a buscar todos los días) y reanudamos la marcha remontando un poco por la ladera opuesta a la que llegamos. Poco a poco vemos mejor a nuestra espalda la Cova de ses Bruixes, en la cara este del Musclo de ses Cordes. El mar en calma invita a darse un chapuzón. La ladera que recorremos, por el contrario, no invita mucho; está llena de áspero carrizo y el sendero apenas está marcado con fites que te intentan dirigir por la zona menos complicada. No llegamos a ver Punta Beca, ya que en entrante de Les Figueretes nos lo tapa. Vemos también un pequeño deslizamiento justo en frente de nosotros, en la parte mas alejada del Cingle Verd. En ocasiones hay que poner todos los sentidos para salvar algún paso complicado entre rocas. Por aquí debe de estar el Pas des Forat, pero sinceramente no recuerdo nada que haga merecedor a ese nombre, de no ser un punto en el que el sendero pasa al lado de una gran roca a la que te puedes agarrar por tener algo mas de seguridad.
Nos acercamos un poco al mar y en algunos puntos hay que agarrarse con firmeza y echarle coraje para salvar algún punto complicado. Una caída, aunque solo sea de un par de metros puede ser muy peligrosa. Nos aproximamos al Pas des Pinetó. Un pino agarrado al acantilado y bajo el que pasa el sendero es el que le da el nombre. Hay que trepar unos metros para salvar un pequeño desnivel pero no es difícil. Tras el paso (es la una menos cuarto), una enorme mata nos sale al encuentro. Creo que no he visto otra que tenga el tronco tan grueso como esta (un poco mas grueso y no se puede abarcar con los dos brazos). Además las ramas están muy retorcidas y enredadas unas con otras. Todo un derroche de imaginación de la naturaleza. Tras el Pas des Pinetó, hay que remontar la ladera dejando el mar a la espalda dirigiéndonos hacia la base del Pas de sa Roca Llisa. La subida es fatigosa. El sol calienta de lo lindo. Menos mal que corre una brisa que refresca un poco y hace mas llevadera la subida. Tardamos una media hora en llegar al pie de los acantilados que es donde se inicia el paso. El Pas de sa Roca Llisa es una placa de piedra, lisa, como su nombre indica, con fuerte pendiente. Al principio hay que trepar unos metros y luego proseguir por dicha placa. Hay algún punto donde poner los pies, pero es muy delicado su paso y mas si tiene algo de humedad (como en esta ocasión). Por suerte se puede rodear y superar sin poner en peligro la integridad física. En otra ocasión, si se presenta, se intentará hacer como toca. Además las fuerzas ya no son como al principio y no es cuestión de forzar la máquina. A eso de la una y veinte dejamos el paso atrás y emprendemos una subida por la ladera (sureste) cubierta, como no, de carrizo. Hay que extremar bien el sentido de marcha pues apenas hay sendero, está todo invadido por el càrritx. Nos acercamos a los terrenos de Ariant y al final de la subida llegamos a una pista apta para coches. Hacia la izquierda iríamos hacia las casas (nos acercamos un poco para ver el valle y casas de la Torre d'Ariant; tras ellas, de izquierda a derecha, el Pa de Figa, el Puig de Gironella y el Puig de l'Esbaldregat). Por la derecha se llega a una explanada donde termina la pista y donde paramos a comer (son las dos y media).
Después de comer dejamos la comodidad de la pista (qué poco ha durado) y nos volvemos a internar por el roquedal. Vamos en dirección al valle escondido de La Malé. Como decía al principio, tenía muchas ganas de conocer este sitio. Mis lecturas de las Rutas Escondidas de Mallorca, en mis años mozos, me lo hacían imaginar como un lugar bucólico rodeado de montañas y casi inaccesible y donde trabajar ese puñado de tierra era casi mas un castigo que una satisfacción. Hoy, tras haber pasado por ahí, me afirmo en la belleza del entorno y en la casi inaccesibilidad del mismo. Por desgracia, el fruto de la tierra no compensa el esfuerzo que hay que dedicar y se nota la dejadez y el abandono. Veo de nuevo las fotos de entonces y las comparo con las de ahora y se nota el avance de la vegetación que invade aquellos terrenos cultivables. Pero como decía, todo es belleza.
Pasamos al lado de una gran piedra, como colocada a propósito, bajo la cual hay un poco de cueva con unas piletas para recoger el agua de lluvia que pueda ir resbalando por la roca o la que pueda venir por escorrentía. Un poco mas adelante un gran acebuche (si alguna vez fue olivo ya no queda nada de el) con un tronco de los mas gruesos que haya visto. Si el tronco de la mata era espectacular, el de este acebuche no le va a la zaga. Llegamos al Pou de la Malé, único lugar donde abastecerse de agua en esta zona. Aquí tiene lugar el momento cómico del día. El pozo tiene agua y algunos tienen ganas de beber un poco. El problema es que está a unos cuantos metros de nosotros. Uno tiene una cuerda, otro tiene una botella y todos los demás dando ideas para poder coger agua. Que si ata la cuerda a la botella, que si el aire hará de flotador y no se llenará, que si la atas una piedra se hundirá, que no ates la piedra arriba, que si la atas abajo mejor, que si me falta cuerda, que si me sobra. Parecía sacado de la antología del humor, igual que Tip y Coll con su famoso número de 'cómo llenar un vaso de agua'. Al final, tras varios intentos apenas podemos coger un culín de agua. Por cierto, Simó, ¿tuvo alguna consecuencia? Espero que no te diera ninguna diarrea.
Dejamos el pozo pasadas las tres y media y abandonamos el valle de La Malé en la misma dirección suroeste por la que hemos entrado. Ascendemos pegados a las paredes acantiladas de nuestra izquierda, estribaciones del Puig de Can Massot. La salida hay que hacerla por el Pas des Garrover, un pequeño collado desde donde divisamos un nuevo panorama de rocas y de montañas. Vemos el Puig Tomir y el Puig Caragoler de Femenía. En medio, al fondo, el macizo del Massanella, con el Puig de Galileu y Puig de n'Alí. Más a la derecha el Puig de ses Moles y el Puig de ses Parades. Nos queda aún un trecho hasta las casas de Mortitx, casi todo el en bajada. Casi un paseo teniendo en cuenta lo que hemos andado. Solo queda deleitarse y disfrutar lo máximo posible con el paisaje que nos rodea y que pronto dejaremos atrás. Llegamos a los terrenos de cultivo de Mortitx y media hora mas tarde a las casas y a los coches, dando por terminada la excursión (un poco después de las 5 de la tarde). Bueno no hemos terminado del todo. Queda disfrutar de un merecido descanso en el bar del Coll de sa Batalla tomando unos refrescos y comentando la excursión.
Han sido unos 14 o 15 kilómetros por un terreno abrupto, difícil de andar e incómodo por las piedras y el carrizo. Pero han sido muy gratificantes. Muy duros pero muy gratificantes.




CMP Pas de sa Roca Llisa
SFu Pas de sa Roca Llisa
JAy Pas de sa Roca Llisa

De CMP Pas de sa Roca Llisa

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