A las nueve y media empezamos a andar. Hemos salido un poco mas tarde para que los conductores puedan mover los coches al lugar donde acabaremos la excursión. Somos 15 y ya todos reunidos empezamos subiendo desde la explanada de tierra de la rotonda de Cala Bóquer en dirección a las casas de la posesión. A nuestra derecha tenemos el Penyal Roig que iremos rodeando en estos primeros pasos. Llegamos y pasamos frente a las casas de Cala Bóquer que dejamos a la derecha. Solo vemos a un perro que nos ladra tras una verja de hierro. Pasamos una barrera tras las casas y el camino poco a poco se va difuminando convirtiéndose en sendero. Pasamos al lado de una pileta de una fuente, ahora seca. Por nuestra izquierda nos domina toda la Serra del Cavall Bernat, desde la Talaia Vella hasta su final en el mar por la Punta de la Salada, a la izquierda de la cala. Andamos por la Vall de Bóquer, por donde sigue el camino aunque nosotros nos desviamos por un sendero un poco perdido que sale a la derecha. El sendero rodea grandes bloques de piedra desprendidos de la montaña y después poco a poco va tomando altura. Subimos por la ladera oeste del Penyal Roig entre rocas, palmitos y carrizo. Arriba vemos una grieta entre las rocas que es por donde hemos de pasar, pero antes hacemos un poquitín de escalada para salvar una gran roca (nada complicado). Desde la grieta, hacia atrás tenemos un bello encuadre de la Talaia Vella sobre la Vall de Bóquer y tras el paso dejamos atrás un gran peñasco con una curiosa forma de ¿oso? (a gusto de la imaginación de cada uno).
No llegamos a subir al Penyal Roig, tenemos la pared acantilada que baja de la cima y nosotros nos desviamos a un collado a su izquierda (según muestra marcha). De nuevo el terreno se complica un poco y hay que sortear piedras hasta llegar al collado. Es uno de los collados de la Serra d'Albercutx y nos permite observar toda la majestuosidad de la bahía de Pollença, la península de Alcudia y, al fondo, las montañas de la Serra de Llevant. Han pasado unos tres cuartos de hora. Un cuarto de hora mas y llegaremos a la cima que tenemos al noreste y donde pararemos para comer. Son 100 metros mas de desnivel que poco a poco, sin prisas y disfrutando del panorama se hacen sin esfuerzo. Bueno, un poco si. Llegamos a la cima (mas alta que el Penyal Roig) y paramos a merendar, descansar y disfrutar del panorama.
Aprovechamos para hacer la foto de grupo. Al fondo, desafiando la gravedad, la cima principal (o al menos la mas alta) de la Serra d'Albercutx, Morral. Mas al fondo, la Talaia d'Albercutx. Por el lado norte Cala Bóquer y el camino de acceso muy animado con gente de paseo y corriendo, y la cala con bastante gente.
Tras media hora de descanso, toca crestear por toda la arista (dirección noreste). Delante tenemos el extraplomo de Morral, que nos marca la dirección a seguir. En algunos puntos, aquellos que no tienen vértigo se asoman al precipicio sobre el valle de Bóquer (yo lo hago para mirar algunas de las plantas endémicas de acantilado). Aquellos que tengan vértigo pueden ver otros endemismos como la didalera o coixinets de monja entre las piedras, sin necesidad de pasar apuros. A nuestra izquierda, Cala Bóquer nos regala una estampa de aguas tranquilas y trasparentes. Pasamos por el hito geodésico de Morral y tras un poco mas de cresterío nos desviamos hacia nuestra derecha. El sendero sigue por la cresta para bajar luego hacia el Coll de la Clo a la izquierda de la Penya del Migdia. Nosotros vamos un poco atajando directos hacia el collado. Delante vemos ya el islote de El Colomer, tan fotografiado por los turistas que, como hormigas, con su ir y venir, recorren desde el Coll de la Creueta hasta el Mirador d'en Parietti. En las paredes de la Penya del Migdia vemos a unos escaladores ascendiendo y rappelando por el acantilado. Desde la parada de la merienda hasta el collado al pie de la Penya del Migdia ha pasado casi hora y media.
Desde el collado seguimos un poco en la misma dirección que traíamos pero en seguida vamos girando un poco hacia la derecha para encontrar un 'paso' (por llamarlo de algún modo) en la ladera inclinada por la que ascenderemos, sorteando piedras, a un pequeño collado dejando a la derecha la cima. Tras el ascenso, una pequeña bajada nos deja en el sendero que sube desde las casas de Albercutx, y casi enseguida llegamos al bullicio del Coll de la Creueta. Ahí no tenemos que sortear piedras ni carrizo. Toca esquivar coches, motos, autocares y turistas. Hay que ir con cuidado con los coches al cruzar la carretera. Desde el collado ha pasado una media hora.
También nosotros tenemos aquí los coches. Pero no hemos terminado la excursión. Nos queda una parte muy cómoda de recorrer. Subiremos a la Talaia d'Albercutx, pero casi toda ella por carretera, exceptuando un pequeño atajo por sendero que corta una de las vueltas de la misma. Mientras subimos destacan mas si cabe, al recortarse contra el mar al fondo, el hormigueo de los turistas en su recorrido de ida y vuelta al mirador. Empiezan a caer unas cuantas gotas. Las predicciones se cumplen, aunque no se prevé que vaya a caer mucho mas. Dejamos un radiofaro para los aviones a la izquierda y llegamos a las antiguas instalaciones militares al pie de la talaia donde hacemos la parada para comer. Hemos tardado media hora desde que llegamos a la carretera. Es casi la una y media.
La Talaia d'Albercutx es una mas de las numerosas torres costeras de vigilancia y defensa edificadas hace siglos (esta es del siglo XVI). Está bien conservada (y restaurada). De base circular tiene la puerta de acceso a unos 5 metros de altura por donde se accede a una sala interior. Desde ahí por una escalera interna se puede acceder al terrado.
Mientras comemos cae algún pequeño chubasco y otro vuelve a caer tras la visita a la torre. Jaume nos dice que tenía planeado continuar por un sendero que desde la torre llega a la carretera del faro. Pero con esta lluvia y el trayecto por carretera (un par de kilómetros con el peligro de los coches) decide no seguir y volver a los coches que hemos dejado en el Coll de la Creueta. Empezamos a bajar pasadas las dos y media y antes de las tres entre un nuevo y breve chubasquillo aunque de gruesos goterores, llegamos a los coches dando por finalizada la excursión. Al ser pronto nos paramos en un bar cercano para tomar los respectivos refrescos y cervezas y cafés y comentar la excursión así como pensar en la última que nos queda esta temporada y lo que nos espera la que viene. El recorrido ha sido de unos 9 kilómetros, de los cuales el recorrido por la cresta es recomendable cien por cien.
Para aquellos que opinan que las excursiones de Jaume son duras, esta no lo ha sido. O al menos no como otras. El terreno ha sido escarpado, sí que es verdad, pero el buen tiempo (bueno en el sentido de que al estar nublado no hacía mucho calor), no tener mucho desnivel y ser mas bien cortita ha hecho que se anduviera a gusto y sin agobios. Eso sin hacer mención a los paisajes, que han sido como siempre, fantásticos.
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